Chiara Carrer. Pensar el espacio. Reflejos, superficies y colores. Traducción Ernesto Lumbreras. Petra ediciones. Ciudad de México, 2018.
¿Reflexionamos,
acaso, sobre la manera en que damos forma al pensamiento? Pensar no es,
contrario a lo que podríamos intuir, una actividad excepta de una materialidad
concreta. Todo lo contrario: pensar es, siempre y en todo momento, una
disposición de un cuerpo a extenderse sobre la superficie de un espacio. Con
esto quiero decir que sería un error, si podemos hablar de errores, imaginar un
pensamiento desencajado de la experiencia del individuo.
Es,
justamente, el ser el encargado de tejer los signos vitales que utiliza para
relacionarse con todo aquello que es externo a él. Pensar es, por esto, siempre
un habitar: una trayectoria, una errancia, una apropiación. Quizá el ruido que
pueda emerger de esta afirmaciones vengan de la mano de una urgente necesidad
de replantear eso que entendemos como experiencia; es decir, ahondar y
problematizar la extensión de nuestros cuerpos, el soporte de nuestro
pensamiento, o, lo que es lo mismo, volver a detenernos sobre qué cosas pueden
afectarnos y podemos afectar.
Habitar
se asemeja, por ratos, a esto: una cartografía posible de un conjunto de
instancias entre las cuáles determinamos una serie de apegos y rechazos, de
resistencias, de pasividades. Esto se acerca a la aguda meditación de Chiara
Carrer sobre la forma: la línea como origen aspira señalar la manera en que construimos
los contornos del universo que nos rodea, línea móvil y en constante
transformación que apunta a una reorganización del imaginario que producimos
para enteder(nos).
Jaime Yañez
Chiara
Carrer es una ilustradora italiana nacida en 1958. Graduada de la Academia de
Bellas Artes de Roma, estudió grabado en la Escuela de Artes Ornamentales de
San Giacomo. Ha participado en exposiciones.
Carrer
ha ilustrado títulos como No os lo podéis
imaginar (1994) de Elisabeth Duckett; Háblame
(2010), de Marco Berrettoni Carrara; Cómo
funciona la maestra (2013) y ¿Dónde
está Ana? (2017), escritos por Susanna Mattiangeli; y Una cabeza distinta
(2018), de Luis Panini. Por su parte, es autora de ¡Qué egoísta! (1998), ¡Qué
desastre! (2000), la versión Barbe-bleue
(2007), Un día (2010), Antes no había nada, luego empecé a imaginar
mi proprio jardín (2015).
Ganadora
del Premio Unicef, la Manzana de Oro de Bratislava, el Premio Andersen; obtiene
la Mención especial concedida por La Bienal de Ilustración Ilustrarte.
Biografía y edición de
reseña a cargo de María Fernanda Rincón