La lista de los mejores de este año fue bastante
curiosa. Por un lado, nos encontramos que ha bajado el número de postulados lo
que se traduce a un comité cuyas reuniones se hicieron cada vez más cuesta
arriba por la situación del país y por los diversos conflictos en los que se
vio involucrado Venezuela en el último año. Esto, nada tiene que ver con el
gran esfuerzo y la colaboración que sigue teniendo las editoriales que aún
confían en la labor que se sigue llevando a cabo en el Banco del libro.
En la muestra encontramos libros para bebés, pocos,
como siempre suele pasar en las listas y que responde al poco compromiso del
mercado por realizar buenos libros para los más pequeños. También nos
enfrentamos con un alto número de libros con un implícto contenido social,
críticos, muchas veces agridulces que traducen un poco la experiecia de lo que
ocurre en la actualidad. Así como nos topamos con libros que apelan a la poesía
o a lo narrativo, a la construcción de ficciones, y álbumes que simplemente
evocan al viaje como un espacio necesario para el cambio, para llevarnos a
espacios trascendentes. Aplaudimos, eso sí, la labor de las editoriales independientes
que buscan un nicho a partir de buenos productos.
También celebramos la labor de editoriales como Iamiqué en Argentina que siguen produciendo libros informativos de alta caldiad, pero ademças que compran derechos, traducen o editan para América Latina propuestas interesantes para la labor del promotor de lectura, docente, o lectores en general. Lamentamos, eso sí, lo cuesta arriba que es para el venezolano llevar a cabo un proyecto editorial que nos pudiera presentar un mayor número de libros. Resaltamos las labores de editoriales como Utopía Portátil, Cyls y Ekaré por mantenerse, en espacios distintos, construyendo discursos propios de nuestra infancia, que abraza a otros niños, en otros lugares.
También celebramos la labor de editoriales como Iamiqué en Argentina que siguen produciendo libros informativos de alta caldiad, pero ademças que compran derechos, traducen o editan para América Latina propuestas interesantes para la labor del promotor de lectura, docente, o lectores en general. Lamentamos, eso sí, lo cuesta arriba que es para el venezolano llevar a cabo un proyecto editorial que nos pudiera presentar un mayor número de libros. Resaltamos las labores de editoriales como Utopía Portátil, Cyls y Ekaré por mantenerse, en espacios distintos, construyendo discursos propios de nuestra infancia, que abraza a otros niños, en otros lugares.
Nuestra selección este año, por consenso, decidió no otorgar
menciones especiales. Y no porque no existieran libros con cualidades dignas de
ser puestas en evidencia. Lo hicimos por una necesidad de darle, a las cinco
categorías originales y cinco traducciones, una presencia única y justa. Ante
la larga discusión del jurado, preferimos darle importancia a estos ganadores,
en respuesta a la muestra tan dispar del año. Estos diez libros infantiles se
complementan entre ellos, abordan distintos temas, formas, técnicas, discursos
y son un ejemplo de la labor que se lleva a cabo en diversas editoriales y
países.