LA MUJER DE LA GUARDA. Sara Bertrand; Ilust: Alejandra Acosta.-- 1ra.-- Bogotá (Colombia) : Babel Libros, 2016.
A manera de muñecas rusa, La mujer de la Guarda se sitúa en los límites del juego ficcional al ensamblar historias que dejan
espacio tanto para la inserción de una otra historia -anclada en la palabra de la imaginación- como para el texto icónico, que se articula bajo la perspectiva de la lectura que
el ilustrador ha hecho del texto. Creo que esta colección denominada Frontera
ilustrada, logra la coherencia adecuada
entre concepto y realización como dan cuenta sus primeros títulos, situados al
límite de la creación literaria y el libro ilustrado, es decir, en la frontera.
Sara
Bertrand redimensiona aquí la estructura narrativa central que va de
la cotidianidad de Jacinta, una niña que ha perdido a su madre y se encarga de
sus hermanos pequeños mientras su padre trabaja. Una historia que surge de una
realidad difícil sobre la que la autora teje otra propuesta ficcional
permeada por la fantasía. Propuesta que reafirma como “un
sueño dentro de un sueño” desde la voz de su protagonista y que remite a esa
otra voz de la abuela que introduce la palabra imaginada que funge de enlace de
estas dos historias.
Jacinta
se convierte en eje de la narración, bajo los límites de una niña que
asume esa su condición de hermana mayor en la que tiene cabida la atmósfera
imaginativa de una bella mujer, la mujer de la guarda suerte de figura
protectora transmutada en eco de la tradición del ángel de la guarda y de una
tradición popular tibetana que permea simbólicamente el texto. Las fabulosas
ilustraciones de Alejandra Acosta, en tinta negra y
azul intenso logran enriquecer la atmósfera de
ensoñación que matiza la cotidianidad de Jacinta, a
través de un dibujo realmente magistral. MBM